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La plata no existe

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Go daddy, la entidad que proporciona los sitios web (tanto dominios comoservidores de almacenamiento de información) patrocina el show del mma.

 

 

 

      El dinero, el que tanto sufres por conseguir para pagar tu arriendo, o el que tus tatarabuelos acumularon y tus antepasados capitalizaron, el que te permite comprar una casa campestre en el lugar chic rodeado por campos de golf y gente con la misma cantidad de dinero que tú, o el que te deja pagar la cirugía para remover tu tumor cancerígeno, no es real. El dinero no te hace lo que eres, es un un símbolo y un sistema de comunicación simbólico a la vez. Es una entidad cultural con un substrato en la realidad, una abstracción, y un mecanismo de símbolos de intercambio a través del cual hemos regulado nuestras mediaciones sociales. Es una interpretación de los recursos reales: fuerza humana o fuerza de trabajo (que compone diferentes cosas: habilidad para usar herramientas humanas como las matemáticas, la informática, la gerencia de gente, la creatividad, el entretenimiento humano, la fuerza bruta , coordinación entre partes, manejo de sistemas de coordinación de gente, capacidad general para pensar los sistemas), el tiempo, la tierra, los minerales, el conocimiento, la tecnología y el poder (real o imaginado bajo consenso grupal).

 

Ser rico o ser pobre no es inherente a tu existencia. Tú dinero (o tu falta de dinero) y tú no son la misma cosa.

 

¿Qué ley dice que el espacio que ocupas no es tuyo y debes pagar con esfuerzo por él, y las cinco casas de tu compatriota, cuyo espacio no puede habitar simultáneamente, sí son de él? Es una ley floja. Hay espacios ocupados y recursos utilizados efectivamente. Hay un máximo de recursos que un cuerpo puede consumir (si tienes más carros de los que puedes usar, eres una caricatura humana), y por esto se equipara de símbolos de poder que se han creado con el tiempo, pues su dinero, simbólico, se rodea de otros entes simbólicos que están en comunión con su estructura. Por eso, entre otras cosas, el arte (“high art”) está tan cerca de la exclusividad de las élites: porque la construcción simbólica ha trascendido la real en ambos campos. El personaje de élite tiene más recursos reales (tierras, sirvientes, tecnología) de los que él mismo puede disfrutar, pero además su exceso representacional necesita un substrato simbólico y el concepto de arte, como está definido hoy, sirve fácilmente como una manera de representar este exceso. El personaje de élite quiere cambiar su exceso de recursos por algo en lo que pueda seguir manifestando su deseo de mantenerse en el poder (el arte elitista, la sofisticación de lo clásico, el acceso a conocimiento exclusivo). La potencia artística humana es otro monstruo -y tampoco hay que categorizar todo high art como malo o elitista (carente de significado para las masas y basado en la exclusividad)-, pues no necesariamente es así. La conjunción del arte popular y la academia del arte son herramientas imperativas.

 

¿Qué hace que el dominio de Cocacola valga más que tu casa?

 

 

¿Qué hace que una copia exacta de esa cartera Louis Vuitton valga cien veces menos que la original? Nada real, la construcción simbólica alrededor de la idea de poder, encarnada por la ideología que pretende que las analogias y la lógica sean socialmente jerárquicas. Es una idea medieval, piramidal, esa que dice que la cabeza está por encima de los pies.

 

Está ligada a la era del triángulo y la concepción espacial como verticalidad ascendente.

 

¿Qué ley no humana dicta que un pedazo de montaña en Rosales vale cien veces más que uno en La Aguadita en Suba? Sí, la gente que está alrededor es un argumento, el clasismo. Las montañas, sin embargo, casi siempre son las mismas: los mismos árboles, el mismo suelo. ¿Qué hace que una mansión en Rosales valga lo mismo que un diminuto apartamento en Nueva York? Repetimos lo repetido: estas diferencias no son reales, son simbólicas, lingüísticas, sociales. Esán desprendidas de las fuerzas no humanas y dependen exclusivamente de nuestros sistemas de interpretación y representación. Por eso es inteligente la decisión de un extranjero que con el mismo esfuerzo vive como “rey” en Colombia. “Absurdo!” Dirá, cuando con 100 000 dólares tenga una cantidad de poder extremadamente diferente en Latino América. 

 

La compra de tierras por compañías extranjeras en Latino América y otros países subdesarrollados, es otro fenómeno que llama la atención. Estos establecimientos de poder, de nuevo, deberían ser autoregulados por la ética de las élites en el poder (las élites económicas sin sustento real se irán apagando a medida la tecnología sea integrada por mayor número de personas).

 

La gente tiene que abandonar la idea de que con los mismos recursos y las mismas estructuras sociales de hoy ellos deberían tener los mismos privilegios que un millonario que no trabaja en horas fijas y pasa su vida viajando, pues sus antepasados o él mismo han acumulado tanto dinero (ak representaciones no reales), como para dedicarse a vivir su vida en vacaciones infinitas. (emprendimiento social como generador de nuevas dinámicas de poder socio-económico: microcapitalismo y redistribución de los poderes tecnológicos). Esto no es real: las representaciones del dinero lo hacen ver así, pero la realidad es que es insostenible actualmente que los 7 billones de habitantes vivan un estilo de vida siquiera parecido, es irreal. Los recursos reales, los excesos de riqueza y la posibilidad de tener tiempo y espacio para ti, dependen más de nuestro uso eficiente de la tecnología que de un cambio originado en el corazón de las élites: Lo que es real es la tecnología y nuestra capacidad de explotar recursos con ella. Si inventáramos una ciudad con páneles solares en cada casa, con máquinas que nos provean alimento sin esfuerzo humano, y la democratización de estos recursos fuera posible, eventualmente todos tendríamos niveles de vida similares. Lo cierto es que la tecnología a alargado nuestros promedios de vida y ha mejorado nuestra calidad social. Los inventos asociados a la izquireda , que son representaciones de beneficios reales (como las vacaciones, un invento que no existía como algo constituido en la edad media) son muestras de las necesidades de regular los poderes humanos. En este momento, si todos viviéramos con privilegios, nuestra sociedad se acabaría inefablemente: sería un organismo no funcional. Aun necesitamos las élites, unas élites adaptadas a nuestra situación actual, como símbolos de la estructura con la que manejamos los recursos. También, y esto ha de ser una crisis profunda en nuestra evolución, es muy posible que tengamos que disminuir nuestros números, pues nuestra capacidad de obtener recursos en la tierra está llegando a su límite, y por muy vegetarianos y ecológicos que nos volvamos, la única solución de base de origen humano es: que nos volvamos menos/ que desarrollemos nuevas herramientas tecno-biológicas para hacer sostenibles nuestros números.

 

Las construcciones de valor del poder, esas que hacen que un americano tenga más objetos reales que un Chino (la pobreza también es un concepto capitalista, pues antes ya había sociedades que vivían contentos con sus sociedades y sus recursos: ver sociedades indígenas que sienten una oposición fundamental entre su estilo de vida y el de los blancos: auténticamente son forzados a adaptar sus modos de vida al de los demás humanos, pues están desconectados de la mayoría)

 

 

 

El cambio que crea un desbalance suficiente como para generar una reestructuración de la sociedad, no es a su origen un cambio intelectual o que viene del pensamiento humano. Así como es imposible imaginarnos completamente la percepción de una iguana, por mucho que representemos su manera de ver visualmente, no tenemos su cuerpo, la posición de sus ojos, su constitución cerebral o corporal. Sencillamente, a menos que nos proyectaramos completamente en la iguana y su manera de existir en el mundo, no podemos entender lo que piensa en la iguana. Este tipo de diferencia es un límite real a nuestras interpretaciones. Los límites reales, a los que podemos afrontar solamente cuando nuestros cuerpos sociales son muy pequeños (parejas y grupos de 10 personas quizá), son los recursos y el aprovechamiento que podemos hacer de ellos. Así como no entendemos la iguana por los límites de nuestros cuerpos, no podemos entender nuestro hiper organismo humano porque nuestros cuerpos no nos permiten concebirlo como tal. Evolución real, evolución humana, es darle a nuestros cuerpos las herramientas para concebirnos como un cuerpo humano de tantos billones de habitantes con número x de recursos. Esa tecnología sí es real, y la tenemos por primera vez en nuestra historia: el dinero y la tecnología son la misma cosa: quien está en poder de la tecnología es quien tiene el dinero. El marxismo y las cabezas comunistas chinas entendieron esto hace 50 años, y por algo se mantiene unido un pais tan grande espacialmente y dan diverso culturalmente. Pero esta expansión no es aleatoria: los chinos entendieron que: tenían que ser muchos (ya lo eran) pero no tantos como para perder el control de sus planes. Tenían que enseñar a sus números a trabajar de manera eficiente , y tenían que escoger el tipo de producción que funcionara para una fuerza de trabajo basada en un macro organismo como China. Muchas de las particularidades del lenguaje de la economía, que es un sistema guardian de estas interacciones, son innecesarias si entendemos el panorama, y si sustraemos las herramientas de medición matemática que hemos inventado un segundo para usar nuestra herramienta matemática más poderosa (la lógica que no es otra cosa que, literalmente, el sentido común, es decir nuestro sentido adaptado a nuestros números y nuestras condiciones). China entendió algo de la regulación simbólica y real entre dinero y creación de recursos, y China aprovecho su historia cultural, sus propios recursos y el acceso a tecnología para situarse a la cabeza del sistema económico que habíamos inventado. Con un conjunto de estrategias, que seguramente incluía un círculo de pensadores brillantes (que incluye a líderes auténticos, pensadores de la masa, pensadores de los tipos de poder, e interpretadores de las herramientas sociales e interpretadores de las herramientas tecnológicas).

 

Volviendo a la iguana, por primera vez dinero y tecnología están absolutamente fusionados, y no en la manera de una representación como el oro o la moneda, pues son, literalmente, datos conectados a un sistema digital. Son datos sobre los cuales podemos hacer modificaciones, datos que un hacker puede transferir de un lugar a otro, datos que s pueden intercambiar por bienes reales, datos que la gente adquiere usando su tiempo en internet. El entretenimiento virtual, la construcción de juegos con su propio dinero, en el que este dinero se cruza con los recursos reales, es una prueba clara de este mecanismo. Los hackers y quienes dominen la tecnología ahora, están al poder del organismo humano y determinarán su constitución. Pero el acceso de nuestra tecnología se ha refinado y complejizado tanto, que las redes sociales y el acceso de las masas al mundo digital, ha generado una nueva fuerza, una fuente de poder sin precedentes, que tiene el poder para cambiar la estructura de nuestras interacciones sociales. La tecnología tiene el poder de cambiar la “economía”, y lo está haciendo. Los chinos también han entendido esto, y de ahi vienen los cienos de clicks que recibiste de una empresa fantasma en China (empresas que construyen valor por la web).

 

La digitalización de toda nuestra información (visual, sonora, intelectual) nos ha permitido conectarnos con la tecnología como nunca antes. Ya nonecesitamos nuestro cuerpo para mover una palanca, ahora con un computador podemos mover muchas al tiempo, coordinar que estas funcionen. Es por eso que la tecnología y la explosión poblacional son incompatibles, pues los recursos a nuestro alrededor, por mucho que los racionemos, no son infinitos: o los creamos o llegamos a un punto insostenible en el que nos desboronamos como organismo. También tiene que hacerse un ajuste de nuestras interacciones sociales: los privilegios de antes sostener un abanico de líderes con privilegios, líderes que pudieran organizar nuestras interacciones, se ha desconectado de la realidad y se ha volcado sobre su propia simbología: asi los privilegios que tienen los millonarios hijos de sus tatara abuelos, quienes no solo eran líderes sino que esta constitución jerárquica era necesitada por el organismo humano, ahora es risible. Los privilegios de estos líderes ya no representan nada real: sus recursos son injustificados (y esa idea de que el 1% tiene más que el 99%, lo cual hay que tomar con un grano de sal, una evaluación monetaria de los recursos reales y no los recursos virtuales es necesaria) y su existencia ha de ser disuelta. Esta disolución, confiando en que el sentido común también afecta a las élites, no tiene que ser violenta: los mismos líderes querrán abandonar sus privilegios pues su deseo de poder individual será mermado por otras fuerzas culturales (entendiendo la cultura como una mediación interpretativa entre los recursos reales y el conjunto de representaiones humanas). Las armas no son un camino estable para lograr estos fines, tiene que generarse un cambio estructural en el pensamiento social. Hay herramientas, tecnología, más significativo a escala humana que la dinamita y las bombas atómicas, estas herramientas, focaliszdas a lo humano son más precisas y efectivas que volar un pedazo de tierra con 10 personas en ella. La subversión armada, en el contexto de hoy, no es efectiva: sería más inteligente para un guerrillero ser hacker, si cree que su trabajo es sencillamente ir a contra corriente de los sistemas de poder. Los sistemas de poder se autoregulan, y la digitalización de toda la información humana y la posible evaluaciñon matemática de los recursos, permiten a las élites tener un acceso al conocimieno real de las interacciones, cuando puedan entender la magnitud del efecto de sus recursos.

 

La sociedad de emprendimiento

 

Tenemos que preguntarnos si el capitalismo y el progresismo, el consumo expansionista y la misma expansión de nuestra sociedad, es el modo de vida al que queremos llegar. Por nuestra ambición intrínseca, la sed de poder de nuestra especie, tiendo a pensar que siempre será el camino más arriesgado el que decidamos tomar, es decir sí, nos expanderemos hasta nuestra extinción, esperando llegar a un punto en el que nuestra existencia ya no sea material, y sea sostenible sin la necesidad de recursos. La ciencia ficción en la que los robots nos sobreviven tiene este origen, pues serían nuestras máquinas y nuestras tecnologías una manera de proyectar nuestra inteligencia, es decir nuestras creaciones mayoritariamente humanas, en entes autónomos que continuen nuestro legado.

Cuánto es lo que te mereces? Qué riquezas merecen tu trabajo? La meritocracia tiene que ser a consciencia y en profundidad, pues generalmente el elitismo del conocimiento, que ha reforzado la estructura social actual, hace que aquellos con más recursos también sepan más y puedan hacer más, no por algún talento innato sino por haber nacido de una familia en poder. Es necesario establecer nuevos mecanismos de determinación meritocráticos y soltar el conocimiento de manera menos elitista.

 

La fusión corporal con la tecnología es sin duda un camino que estamos explorando ávidamente.

 

Los parásitos demuestran la inteligencia de la multiplicidad orgánica de la vida: a pesar de todo nuestro poder, la adaptabilidad de las cucarachas o las ratas podría significar que en un futuro se cargara con esta información en un mundo donde lo humano ya no fuera posible.ç

 

 

Pensar, hacer arte, escribir, son practicas que requieren un intercambio de valores simbólicos que le permitan a estas personas desarrollar sus practicas. Por esto generalmente este tiempo y recursos que necesitan estos seres para hacer su trabajo (atribuidos a ellos por la misma colonia humana) vienen de una asociación con las élites, y una relación de amor y odio con ellas. Es a través de las artes constituidas como lo están hoy, que las élites se pueden comunicar con la masa humana. El entretenimiento, las películas, los libros que leen, las imágenes que ven estas élites los conectan con la vida humana general. Las artes son un medio de comunicación que permite la auto-regulación social, y por eso muchas veces los artistas podemos estar rodeados de gente independientemente de sus recursos. Podemos ver a través de esta comedia humana del orden social, y entender que nuestras relaciones son un acuerdo que nos permite lograr la generación de conocimiento humano (con muchas otras fuerzas creadoras, la base siendo nuestro deseo por resolver “problemas” de nuestro alrededor, siendo la ciencia una fuerza creadora también: la ciencia también implica una fuerza creativa). Interpretadas así, las artes tienen una función social. En todo caso, así no la tengan, es una posible historia, entre nuestro amor por interpretar el sentido de lo que somos y no somos.

 

Esta cercanía también justifica el hecho de que muchas veces el cambio parece provenir de la voluntad de las élites de adaptarse (no hemos roto la constitución social que proviene de nuestra genética). La revolución francesa, y los gopes de estado, necesitan idealistas (muchas veces solo obedecen a sed de poder, otras veces tienen otras formas: fuerza de la cultura popular: el mercadeo es una herramienta de doble sentido: ejerce poder sobre la masa, y la masa ejerce poder sobre ella.

 

El intercambio de valores acordados entre miembros de la sociedad (protección y comida por labores domésticas) no tiene sentido en una división de género o razas con nuestro actual dominio de herramientas: una mujer puede usar un computador tan bien como un hombre. Nuestras herramientas están a la sabe de la posibilidad (y generalmente esta posibilidad se impone como una necesidad con el tiempo) de generar cambios en nuestras estructuras sociales.

La plata es como el amor: su absoluto no existe. Son conceptos que negociamos en moldes de lo que queremos que sean. Son los valores simbólicos con los cuales nos comunicamos en sociedad. Son representaciones simbólicas del pegamento social.

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